domingo, 14 de julio de 2013

Hay que aprender de nuestro pasado futbolero

Dejame hablarte a vos que pensas que el buen fútbol se terminó hace tiempo, a vos que después de Maradona te parece imposible volver a analizar una jugada de gol, a vos que cada vez que ves a Messi te agarra asco porque pensas que es incomparable con el Diego. Dejame decirte algo...

Yo me crié viendo al Diego, los primeros años de mi vida se destinaron al buen fútbol y al taquito, a la gambeta y a la patada al tobillo izquierdo. Si es verdad que no estaba en el '86, ni en aquel Napoli implacable de D10S, aprendí viendo y repitiendo las grabaciones de esas jugadas memorables y de partidos que se jugaban con el alma. Sí señores, hubo un tiempo que los partidos se jugaban con el alma y no con el bolsillo, es ahí donde surgió uno de los próceres más grandes de nuestra historia.

Pero si hablo de Diego Armando Maradona, el D10S de Villa Fiorito, tengo que nombrar a quien reinventó nuestro fútbol, el que nos enseñó que el fútbol es un deporte en el que solo sirve ganar, cualquiera sea el costo. Acertaron, Carlos Bilardo, hoy algo confundido por sus bastos años y sus no tan buenas experiencias personales, pero él y su legado son los que alimentan al fútbol argentino.

De la mano de estos dos hoy intenta desenvolverse el fútbol, quizá ya sin defensores ásperos como Ruggeri, ni mediocampistas tan combativos como Giusti, y sin la habilidad del 10 en la delantera. Hoy tenémos que acostumbrarnos a algo diferente, tenemos que adaptarnos a entender que estos grandes ídolos fueron reemplazados por Marcos Rojo, Ever Banega y un tal "Leonel Messi", a quienes algunos osan compararlo con el más grande de todos los tiempos.

Es muy fácil jugar si la liga impone multa por pegarle una patada que pueda lesionar al jugador más valioso del Barcelona. Es muy fácil jugar en un equipo cuyo jugador más barato no debe bajar de los 15 millones de euros. Difícil es llegar a un equipo absolutamente hundido en la pobreza del Sur italiano y sacarlo campeón, llevarlo a conquistar una de las preseas más valiosas de Europa. Con esto amigos yo no le quito mérito a Messi, aún creo que es un gran jugador y que es la mayor esperanza de nuestro fútbol (si se puede llamar nuestro a un jugador vendido a España a temprana edad), pero no se atrevan a compararlo con el Diego porque eso si que es un verdadero sacrilegio.

Déjenme decirles queridos lectores, que el fútbol argentino debe aprender del doctor y de Diego, que no hay que delegar todo en sus manos, ellos ya hicieron lo que tenían que hacer. Ahora queda en nosotros la eterna pregunta que tenemos que hacernos una y mil veces. ¿Hemos aprendido algo?




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