Hace no mucho tiempo
reflexionábamos sobre la concepción de libertad y el por qué la existencia de
un Estado no implicaba soberanía plena. Ahora profundizaremos ese análisis e
intentaremos entender el por qué es necesaria la presencia del Estado, pero no
cualquier Estado, sino de uno popular, proletario e independiente.
El análisis del Estado fue tomado por diversos sociólogos
como Michel Foucault, quien lo comprenderá como el principal organismo de
control ideológico en una sociedad. Esto sucede debido a que, en nuestro país,
quienes administran ese organismo que podríamos decir, funciona como una
mega-institución nacional, son los 3 poderes (ejecutivo, legislativo y
judicial). Foucault dirá que tanto esta como cualquier organización o
concepción de un ordenamiento del Estado, es ilusoria, ya que pase lo que pase
será la burguesía la responsable de definir sus acciones.
El Estado puede intervenir o no en las economías
regionales, pero si interviene y aún así prioriza intereses empresariales, es
un Estado dormido, activo desde la perspectiva social, pero carente de algún
tipo de progreso. Un ejemplo de esto puede ser que el “Estado”, si se puede
llamarlo así ya que es el gobierno, otorgue a una empresa la explotación de un
recurso natural con la excusa de “tardaría años en desarrollarse”. Dejando de
lado el hecho de los puestos de trabajo y la gran cantidad de dinero que esa
empresa se llevará, este es un ejemplo de cómo un Estado aparentemente presente
en la esfera social, se vuelve lejano a los intereses de los ciudadanos.
Pocos son los ejemplos prácticos en los que se ha podido
crear un Estado sin distinciones de clases y presente en la división y
repartición de ganancias como planteaba Marx. El actual Estado cubano viene
aguantando desde hace más de 30 años un bloqueo económico por parte de los
Estados Unidos, y aún así consiguió destacarse como uno de los más organizados.
Un Estado que lo maneja un gobierno, pero un gobierno constituido por la fuerza
del pueblo y la rema proletaria de una nación sin distinciones de clases, en el
que, como diría Ernesto Guevara tras haber triunfado la revolución, “cada uno
trabaja según sus posibilidades y recibe según sus necesidades”.
La presencia o no del Estado no es tema a debate, es
seguro que debe estar presente, pero el control del Estado es lo que se debe
analizar. Un control obrero, que otorgue a estos los métodos de producción y no
los limite a su fuerza de trabajo, por una igualdad y libertad plena, y por
sobre todo, por la extinción de la burguesía.