miércoles, 13 de marzo de 2013

Basta de tiranos

Me tocó nacer acá, en un mundo loco, dado vuelta, muy extraño, un mundo en el cual asesinos toman el mando de una religión cuya riqueza acabaría con el hambre en el mundo, un mundo en el cual nadie tiene memoria de 30.000 personas que desaparecieron en 5 años sin haber dejado rastro alguno, un mundo en el que hablar con la cabeza es un delito que hasta se puede llegar a pagar con la vida.

Un mundo que funciona como un ajedrez, en el cual 99% de las personas son dominadas por el porcentaje restante y nadie hace nada al respecto. Un mundo en el cual increiblemente nosotros mismos elegimos al verdugo, a nuestro amo, por lo menos por 4 años, y creemos que él todavía va a pensar en nosotros.

No quiero dejar un mundo así para mis hijos, me niego a hacer lo que hicieron mis viejos, me niego a algún día mirar directo a los ojos a mi hijo y decirle que será esclavo por culpa de mi pasividad. No estoy diciendo nada revolucionario, estoy anticipando el final, el desánimo que genera tener que vivir sabiendo que va a fracasar cualquier proyecto revolucionario, sabiendo que el final de mi vida, de su vida, de la vida de sus hijos y de la vida de sus tatara nietos será el mismo, el de resignarse a ser esclavos.

Me desvié del tema, ayer, 13 de marzo de 2013, un tal Jorge Bergoglio, acusado por el secuestro de bebés y desapariciones de personas, fue nombrado máximo exponente de la Iglesia Católica. Más allá de mi ateísmo, me indigna observar que existen personas que van a dejar a sus próximas generaciones el ejemplo de este genocida que debe estar muy lejos de lo que concideran "paraíso".

A pesar de todo lo que pueda llegar a decir, les dejo una foto de dos amigos cercanos, que espero que tengan una gran y dolorosa agonía antes de su muerte.


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